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Érase
una vez una naranja
que siempre imaginó ser rey sol.
Llegó a cortarse al alba
con un cuchillo para
eliminar esa piel indeseable y parecerse más al astro, pero no
funcionó. Por aquel entonces la canción
del verano ya
no se la dedicaban a él,
sino a la luna
y es cuando decidió ser
reina. Era
mucho más fácil deshacerse de unos
cuantos gajos.
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