Abrí la puerta tal y como me dijo que hiciera. Tras ella se encontraba un universo alternativo. Sus calles estaban totalmente invertidas. En el suelo estaba el cielo y en su lugar habitual estaban los edificios. Mis ruidosos andares se contrarrestaban con las de aquellos diminutos seres que, sin querer, se habían convertido en mis compañeros de aventura. Ellos me ayudarían a encontrar a mi padre en un ejercicio de poder revertir su muerte también.
Abrí la puerta tal y como me dijo que hiciera. Tras ella se encontraba un universo alternativo. Sus calles estaban totalmente invertidas. En el suelo estaba el cielo y en su lugar habitual estaban los edificios. Mis ruidosos andares se contrarrestaban con las de aquellos diminutos seres que, sin querer, se habían convertido en mis compañeros de aventura. Ellos me ayudarían a encontrar a mi padre en un ejercicio de poder revertir su muerte también.
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Érase
una vez una naranja
que siempre imaginó ser rey sol.
Llegó a cortarse al alba
con un cuchillo para
eliminar esa piel indeseable y parecerse más al astro, pero no
funcionó. Por aquel entonces la canción
del verano ya
no se la dedicaban a él,
sino a la luna
y es cuando decidió ser
reina. Era
mucho más fácil deshacerse de unos
cuantos gajos.
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