Llamo
siguiendo las instrucciones de mi maestro, nadie contesta, parece que
no hay nadie al otro lado. Lo vuelvo a intentar y aparece una voz
cálida, dispuesta a resolver mis dudas. Me emociono y mis palabras
suenan precipitadas. Es necesario que entienda mi mensaje: <<¿De
dónde vengo? ¿Quién soy?>>. De pronto oigo respirar a mi
interlocutora, parece que ese trozo de hilo que nos une va más allá
de lo telefónico.
Oyidiya Oji
Escritora y lectora de relatos. Igbo y abreña a la vez.
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